Las imágenes que suenan y los sonidos que se ven PARTE I

Si se dice que el cine es tan visual como sonoro, entonces es así de ciego como mudo. Es una inmutable pregunta por la situación misma. Tan ofuscado, ya que al envolver el aspecto de la imagen, la muestra ausente, fuera de sí, en la utopía y en la fantasía con relación a otros recursos, como el sonoro. De igual forma al enredar la presencia del sonido, el cine propone asimismo una manera del mismo que se sujeta a la mente desde la imagen, fuera de sí, en lo que se ve y se cavila, no solamente en lo que tintinea.

El sonido tiene que especularse, por eso, en esa firme paradoja, donde su ausencia suena y donde las normas de lo que se tiene que ser o no ser, siempre estribarán de la extravagancia misma en lo audiovisual. Eso es esencial: El diseño sonoro empieza en la mente, en el sonido en su ausencia, en su imaginación, en su grafía, en la sonorización desde el juego con la situación que plantea la imagen, pero que profundamente posee la emoción y la historia misma. El cine en este sentido ha de imaginarse mudo y ciego a la vez: Menciona en lo que se ve y lo que no se ve, en lo que suena y en lo que no.

Dentro del cine pasan distintos estratos psicológicamente hablando, por eso juguetea tanto con eso que está en pantalla y se puede oír en sala, pero asimismo con lo que, en fundamento a la presencia o ausencia de tales incitaciones, se conjetura que tendría o no, que estar; es lo que más técnicamente se citaría diégesis. Eso es gracias a que se fundamenta en señales que refieren con variadas posibilidades en términos de correspondencia. Se va a exponer más detenidamente, persiguiendo un par de ejemplos de una película que muestra de manera evidente el juego psicológico entre la ausencia y la presencia de la imagen y el sonido.

Sin más que añadir se hablará de Arrietty y el mundo de los diminutos, una obra animada de Studio Ghibli dirigida por Hiromasa Yonebayashi, donde se da un excelente juego de perspectivas psicológicas que instruye diferentes asuntos que se trataran de explicar. Eso es gracias a que en la obra se da un entorno cerca de unos personajes pequeños que viven dentro del hogar de individuos comunes, a una escala marcadamente mayor que la de las personas regulares.

Así se conceptúe una fantasía competente de abrir millones de posibilidades sonoras, ya que se instituye como un elemento esencial, primario, del proceso de germinación del sonido de la obra. Si se estableciera sonido para lo visual solamente, se vivirían creando mundos que desempeñan diversos enlaces, pero se estaría desconociendo la jerarquía de asumir el sonido como fábula, como elemento que transmuta, necesariamente para la emoción, la historia y la dispuesta primordial de la obra, que en este sentido no es solo lo que se presencia, sino ante todo, la sensación de la escala, donde los objetos y ambientes han de cambiar sus sonidos para reflejar recapitulaciones dados de la historia, coherentes en este caso con el grado de los protagonistas.

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